domingo, 19 de mayo de 2013

LAS MUJERES VIVEN MÁS PORQUE SU SISTEMA INMUNOLÓGICO PERMANECE JOVEN DURANTE MÁS TIEMPO

  • El sistema inmunológico envejece más despacio en mujeres que en hombres.
  • La mujer tiene más estrógeno, lo que la protege de la enfermedad cardiovascular.
  • Un estudio ha visto que el número de glóbulos blancos encargados de la inmunidad específica disminuye en los hombres pero aumenta en las mujeres.

Siempre se ha dicho que las mujeres viven más. Y los datos lo confirman. En España, en 1978, había cuatro veces más viudas que viudos. Hoy, con datos de 2011, hay 3.389.681 hombres y 4.609.532 mujeres de más de 65 años. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), ese año fallecieron 188.057 mujeres (un 2,2% más) y 199.854 hombres (un 0,9% más).

¿Por qué viven más las mujeres? Científicos japoneses han dado con una posible respuesta: el sistema inmunológico de las mujeres envejece más lentamente que el de los hombres.

Las hormonas sexuales afectan al sistema, a ciertos tipos de linfocitos.
Según sugiere el trabajo de un grupo de investigadores de la Universidad Médica de Tokio –publicada en la revista Immunity and Ageing– la disminución más lenta en el sistema inmunológico de la mujer puede contribuir a que éstas vivan más que los hombres.

Según el profesor Katsuiku Hirokawa "el proceso de envejecimiento es diferente para hombres y mujeres por muchas razones. Las mujeres tienen más estrógeno que los hombres, lo que parece protegerlas de la enfermedad cardiovascular hasta la menopausia. Las hormonas sexuales también afectan al sistema inmune, especialmente ciertos tipos de linfocitos".

Los linfocitos disminuyen más en los hombres
Los científicos analizaron la sangre de voluntarios sanos en Japón, con edades entre 20 y 90 años de edad, en ambos sexos, y el número total de células blancas de la sangre por persona disminuyó con la edad. El número de neutrófilos –glóbulos blancos que fagocitan bacterias y hongos– disminuyó para ambos sexos, pero el de linfocitos –glóbulos blancos encargados de la inmunidad específica o adquirida– disminuyó en los hombres y aumentó en las mujeres.

Los parámetros inmunológicos podrían servir para mostrar la verdadera edad biológica
La investigación mostró que la tasa de disminución de los linfocitos T –responsables de coordinar la respuesta inmune celular– y los linfocitos B –que dan origen a las células plasmáticas que producen anticuerpos– fue más lenta en las mujeres que en los hombres.

El estudio observó que las células NK –relacionadas con la destrucción de células infectadas o que puedan ser cancerígenas– y las T CD4+ –linfocitos que maximizan las capacidades de defensa del sistema inmunitario– aumentan con la edad, pero la tasa de aumento fue mayor en las mujeres que en los hombres. También hubo una disminución relacionada con la edad en las células rojas de la sangre en el caso de los hombres, pero no en las mujeres.

Hirokawa explica que "debido a que las personas envejecen a ritmos diferentes, los parámetros inmunológicos de una persona se podrían utilizar para proporcionar una indicación de su edad biológica verdadera".

Fuente: http://www.20minutos.es/noticia/1815648/0/mujer-vive-mas/sistema-inmunologico/mas-joven/

martes, 14 de mayo de 2013

EL CUENTO DE LA LECHERA EMPRENDEDORA


Uno de los motivos por los que la mayoría de los mortales jamás abandonan la condición de dóciles asalariados es porque se han creído a pies juntillas el cuento de la lechera, con el que Esopo y sus secuaces se empeñaron en convencernos de que soñar y tener aspiraciones no conduce a ninguna parte. Así, desde la más tierna infancia, desistimos de planificar nuestro futuro personal, profesional y financiero.

La fábula nos pinta a la lechera como una despistada que, mientras elaboraba mentalmente su plan de empresa, rompió descuidadamente el cántaro y se quedó sin la materia prima. No incluyo enlaces a tan deprimente historia porque ya la hemos oído demasiadas veces y, si alguien no la conoce, siempre puede encontrarla en Google. Por suerte, en esta época en que está de moda actualizar los clásicos infantiles, algunas mentes bien informadas se han ocupado de elaborar nuevas versiones, bastante más constructivas, en las que la lechera, como cualquier otro emprendedor decidido, aprende que hay que poner más atención y sigue adelante con sus proyectos para alcanzar la independencia financiera.

Si bien es cierto que la lechera pudo cometer algunos errores, esperables dada su inexperiencia, ¿por qué la antipática fábula original termina con ella lamentándose desconsolada ante su cántaro roto?
De acuerdo, aceptemos que en un primer momento tuvo que sentarle fatal ver la leche derramada por el sendero. Démosle cinco minutos para patalear y dejarse llevar por la auto-compasión. Pasado ese tiempo, respira hondo y se dice a sí misma: “Bien, parece que mis planes se van a demorar un día. Desde luego, esto no me vuelve a ocurrir”.

Al día siguiente, nuestra heroína había sustituido el cántaro roto por un contenedor cerrado e irrompible que, además, conservaba todas las propiedades nutricionales de la leche. Es cierto que tuvo que realizar un pequeño desembolso para adquirirlo, pero comprobó que su inversión había valido la pena en cuanto se corrió la voz de que su leche era la única que no tenía insectos flotando (inevitables cuando recorres el sendero con un cántaro abierto en la cabeza). Además, su moderno recipiente la diferenciaba con claridad del resto de las lecheras del mercado, que continuaban con sus pintorescos, pero anticuados, cántaros de loza.

Y así fue cómo la imaginativa lechera puso la primera piedra de su emporio, aunque decidió abandonar el sector lácteo porque consideró que había poco margen en comerciar con materias primas. Para cuando sus competidoras se decidieron a sustituir los cántaros por contenedores como el suyo, ella ya había puesto en marcha una fábrica de recipientes completamente indestructibles, con diseños personalizables a gusto del cliente y mecanismo regulador de la temperatura.

Quienes la visitaban en su magnífico despacho con vistas al mar podían ver, amorosamente expuestos en una urna, los restos del cántaro roto, con los que la próspera ex-lechera se recordaba a sí misma que cualquier tropiezo podía transformarse en una oportunidad.

Fuente:  http://www.addkeen.net/newsletter/n004/lechera